jueves, junio 16, 2016

Impalada 2016: ... de una Impalada ...

Tercer día: Barcelona-Sant Vicenç-Alcañiz


Amanecimos temprano el sábado, y con muchísimas ganas de hacer la Impalada, que es mucho más que una buena excusa para ir de viaje. El recorrido previsto lo tenéis en el mapa de abajo. Este año partía de la fábrica Montesa-Honda, incluía una visita a la Exposición "100 años de motor" organizada Xavier Jordi y su gente del Motoclub Viladrau, y terminaba en Sant Vicenç de Montalt tras haber hecho el Montseny. Un recorrido más corto que el de otros años, pero con una pinta excelente a priori.


Con idea de salir juntos los amigos que íbamos a compartir jornada, quedamos en vernos a primera hora en casa de Nacho. Y allí estuvimos los tres madrileños más Pepe, Fernando y el bueno de Eugeni, que compartiría mesa y jornada con nosotros, como en varias de las Impaladas previas. Sólo faltaba Ramón, que se uniría al grupo en la salida.


Pocas compañías mejores se me ocurren, la verdad. Y el caso es que no me sería fácil contar cómo se formó este grupo donde cada uno viene de un lugar y tiene un equipaje diferente, pero donde todos disfrutan de la compañía de los otros, por distintos que puedan ser. Un verdadero lujo del que espero disfrutar tanto como Dios permita.

Y tras haber intentado arreglar la tendencia podemita de la bolsa de José María, agravada por la salida de los polos que le había conferido un grado de flaccidez que aún perjudicaba más su equilibrio, pusimos rumbo a Santa Perpetua. Releo lo escrito y veo que la explicación sobre los problemas de equipaje de Domínguez no puede ser menos clara. Así que hago un intermedio para explicarlo.

La bolsa de mi compañero es una maravilla de accesorio que procede de los 80. Como nuestra juventud, las Impala 2, y la Triumph Bonneville para la que fue diseñada. Consta de una plataforma de plástico rígido que se sujeta al depósito con correas para instalar sobre ella los distintos pisos de la bolsa a base de hebillas de presión. El problema estaba en la base, que tiene un agujero por donde hacer pasar el tapón de la gasolina, que en la Triumph va desplazado a la izquierda del depósito. Al ponerla en la Impala, donde la boca de llenado está centrada, todo el conjunto quedaba desplazado, y apoyaba mal. Pero lo solucionamos del mejor modo posible: navaja en mano, y recortando un poco la base de plástico para poder equilibrar mejor el conjunto.

El día que complementemos esto con un tapón que no pierda gasolina a chorros, va a ser la leche. A costa -eso sí- de que JM deje de oler como un jeque saudí durante los viajes. Con lo que viste eso.

Retomo el hilo, que me pierdo. El caso es que hacía días que la meteo indicaba posibilidad de lluvia en Viladrau. Pero nos encontramos con algunas gotas sueltas ya en el camino hacia Montesa Honda, con lo que al llegar a parque cerrado cada uno tomó una decisión ... y la de los madrileños, que aún recordaban la mojada de 2015, fue la de enfundarse en toda la ropa impermeable disponible, que es lo que estamos empezando a hacer en la foto de abajo:


Cubiertos ya por todo el nylon disponible, estuvimos saludando amigos, haciéndonos la foto de grupo y escuchando la emocionante carta que Manolo Maristany nos había escrito a los participantes poco antes de morir. Pocos aplausos más merecidos que el que se llevó el autor de "Operación Impala", Dios lo tenga en su gloria.


Entre las anécdotas del parque, me quedo con una, de las que emocionan. Resulta que Eugeni, tras leer mi análisis de la Wera Joker 10-13, se tropezó con una llave peculiar que había aparecido entre las herramientas del Morris de su padre y decidió regalármela. A fe que es rara de narices. Y que se vendrá a la Estepa en recuerdo de un amigo que siempre tiene algún detalle ... y con el que da gusto compartir kilómetros. Mil gracias, caballero.



Tras haber conocido a nuevos amigos como Eladio, y sintiendo no haber tenido más tiempo para Santi, Jaume, Susanna, José Antonio y el resto de la buena gente con la que coincides de año en año, empezamos a salir hacia uno de los primeros tramos bonitos del día: el conjunto St. Feliú de Codines y St. Miquel de Fai. Si debo decir la verdad, salí del parque con una sola idea en la cabeza: intentar por todos los medios que Carlos se encontrara cómodo con la Texas de Pep, y que no se nos fuera al suelo. Que por más kilómetros que lleve, era su primer cambio a la derecha. De tal modo que intenté ponerme tras él para la ascensión. Pero mi buena intención duró sólo un par de kilómetros, al cabo de los cuales me entró una llamada de teléfono de Fernando. Bendito sea el Interphone F3 que llevo en el casco, pues si no es por él, habría llegado hasta Tona sin darme cuenta de que José María había pinchado.

Así que dejé a Carlos y me di media vuelta, dado que los desmontables y las llaves de rueda viajaban en mi moto. Mientras retrocedía no pude evitar recordar que dos días antes estábamos dudando sobre si valía la pena llevar una cubierta y los desmontables, que suman bastante peso. Pero es sabido que Dios protege a los imbéciles, razón por la cual a nosotros nos tiene en palmitas. Y gracias a ello llevábamos el instrumental, además de tres cartuchos de CO2 para poder hinchar la cámara.

Aunque lo cierto es que aquí se descabaló por completo la jornada, no necesariamente fue para mal. Porque ver a un antiguo "Super" de Enduro cambiar una rueda es de esas cosas que te hacen aprender algo nuevo.



¡Una máquina cambiando gomas el Piris!

Cuando estuvo todo en orden, salimos hacia la gasolinera de Tona, donde esperaban los compañeros, a los que habíamos informado por el grupo de WhatsApp de la incidencia, y que aguardaron allí nuestra llegada para salir juntos hacia Viladrau. Alcanzamos la sede de la Exposición justo para ver cómo el resto de participantes la abandonaba camino del Montseny.

Así que nos pusimos a la cola del pelotón y echamos a andar. Y de nuevo Carlos y la Texas como obsesión. Así que me lo puse a rueda para ir enseñándole donde frenaba y que no le afectaran las curvas ciegas. Precaución innecesaria, porque -según lo que vi en el retrovisor- las trazadas del último de los madrileños dejaban ver que lleva años de moto, aunque fueran muy diferentes a la que conducía en esta ocasión.

De tal modo que tras el reagrupamiento decidí darle un poco de alegría al puño, y pasé dos ratos estupendos siguiendo primero a Fernando y luego a Eugeni. ¡Qué divertido es conducir las Impalitas "a todo lo que dan" en compañía de alguien que monta mejor que tu! 

Con una última frenada en la que casi nos pasamos el Restaurante, enfilamos hacia el parque cerrado donde ya habían llegado la mayoría de pilotos, y donde gracias a los buenos oficios de Nacho teníamos una mesa para los amigos. Montones de risas, regalos curiosos y una comida perfectamente organizada para cerrar la etapa





Es decir, que aunque no sea una sorpresa, de nuevo la Impalada en sí volvió a ser prácticamente perfecta. Lástima que no pudiéramos quedarnos hasta el final, porque nuestra idea de alcanzar Alcañiz con luz de día nos obligaba a salir de allí en torno a las 5 de la tarde, dejando atrás a los compañeros. Así que con toda la pena del mundo nos despedimos de Pep y fuimos a por las motos para abordar los más de 270 kilómetros que nos separaban de Alcañiz.





En los días de preparación habíamos decidido que, por poco que nos gustara, la ruta entre Sant Vicenç y Reus debía ser lo más rápida posible, porque en los alrededores de Barcelona el tráfico es impredecible. De tal modo que, asesorados por Fernando, trazamos una ruta de Autopista + Autovía que nos garantizaba alcanzar la N-420 en un tiempo mínimo.

¡Pobres motos, la paliza que llevaron! Cruceros sostenidos de 85-90 de GPS con la aguja bailando entre 90 y 100 de marcador, y un montón de carga. Pero se portaron como auténticas campeonas, ralentizando en los peajes como si estuvieran recién arrancadas. Espectacular.

Si no recuerdo mal, éste tramo fue el más largo (y el repostaje más grande) que hicimos en el viaje. Tanto apuramos  aparentemente que JM, que había puesto la reserva poco antes, me hizo señas para rellenar en mitad de la carretera, de modo que al llegar a Mora D'Ebre preguntamos a un Mosso que nos dijo que había dos opciones: o retroceder un kilometro para rellenar en el pueblo, o aguantar 15 kilómetros más por la N-420. Así que optamos por la prudencia y buscamos la gasolinera local ... donde me di cuenta de lo imbécil que uno puede llegar a ser.

Creo que os dije antes que me pasé el viaje maldiciendo en arameo cada vez que tocaba quitar la bolsa en cada repostaje, ¿verdad? Gran complemento a la jeringa modelo "Rocco" y al bote de espárragos a juego. Pues mirad la foto:


Si hubiera sido capaz de ver en lugar de sólo mirar, me habría dado cuenta de que una bolsa con fijaciones elásticas puede desplazarse hacia atrás sólo con empujarla, y sin necesidad alguna de desmontarla por completo. ¿Es o no es para matarme? 

Pero bien está lo que bien acaba. Así que me limité a asumir de nuevo mis muchas limitaciones, disfrutar de un paisaje precioso a medida que el día se iba retirando ...


... y sonreír de nuevo al ver que, una vez más, habíamos cubierto el objetivo y alcanzábamos El Trillero dentro del plazo previsto.


Y aunque notábamos el esfuerzo acumulado, la verdad es que la mezcla de satisfacción y nostalgia nos proporcionó una cena agradable y relajada que nos hizo caer en la cama como dos troncos tras haber guardado las motos.

Mañana os cuento en qué compañía durmieron las Impalas, y cómo fue la vuelta a Madrid.



8 comentarios:

  1. El recorrido más corto pero precioso. Lo único que no estuvo bien fue el hecho de tener que irnos tan pronto. Pero la vuelta a Alcañiz se dio muy bien y las motos... qué decir de esas santas.

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    1. Bueno ... el año que viene podemos complementarlo haciendo algún tramo nocturno, que también tendría su encanto. Las motos seguro que no protestan. Unas santas, como dices.

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  2. Al terminar la comida yo también me comí unos cuantos Kms más. Junto con Oriol Cortadella, Pepe Juncadella y 3 amigos más volvimos a enfilar la carretera que volvía a Sant CELONI e iniciamos el ascenso a Santa Fe del Montseny en sentido contrarios al que lo habíamos hecho unas horas antes. A mitad de ascensión, y para evitar llegar muy tarde a cas, deje el grupo y volví a Bar Elena por carreteras secundarias y tan sinuosas como pude. El resultado fue que llegue a casa a las 9 de la noche y con 300 Kms de recorrido, pero con la satisfacción de haber completado un día perfecto aderezado con una compañía de las que dejan un sabor de boca difícil de superar.

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    1. A ver qué se nos ocurre el año que viene. Que mejorarlo no es simple. ¿Te animas al Madrid Barcelona previo?

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    2. Bcn-Mad-Bcn ? Mmmmhhh, Estoy mas por el Si que por el No, como el Brexit

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    3. No exactamente. La idea es veniros hasta Madrid en tren y hacer el camino a Barcelona con nosotros el año que viene. Alguno hay ya apuntado. :-)

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  3. Pues no lo digas muy alto que aún habrá lista de espera... A mi también me supo mal no tener más tiempo para comentar vuestras hazañas. La impalada es lo que tiene, mucha gente a quien quieres saludar pero sin poder acabar de profundizar. Vaya tute os pegásteis especialmente el día de la impalada! Saludos a los dos y hasta la próxima!

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    1. Ninguna hazaña, Susanna. En cada Impalada hay un montón de gente que ha rodado mucho más que nosotros. Si te apetece apuntarte el año que viene al Madrid-Barcelona sería un placer tenerte de compañera. Y te aseguro que el recorrido es bonito ... aunque seguro que pedes mejorar el Alcañiz - Barcelona, que lo conoces mucho mejor que nosotros. ;-)

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Como diría Juan Ramón Jiménez, mi troll es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.

Probablemente no tiene huesos y por eso insulta bajo seudónimo. Pero además de cobarde es tan coñazo que he decidido que sólo me moleste a mi. De tal modo que a partir de ahora me quedo con la exclusiva de leer sus bobadas. Disculpadme el resto que os haga pasar por la "moderación" de vuestros comentarios.